El mar siempre ha sido una de las fuentes de inspiración de la literatura clásica, esa eterna lucha del hombre contra la inmensidad de sus océanos y su búsqueda de lo desconocido ha sido el motivo conductor de autores como Melville, Verne, O’Brien e incluso historias clásicas y anónimas como los legendarios siete viajes de Simbad el marino de ‘Las mil y una noches’.
Sin embargo en ocasiones la realidad ha superado ampliamente a la ficción y el mundo del cine ha logrado además de hacer eternos en la memoria de los héroes de novelas de aventuras y llenar de metáforas poéticas el entorno de los marineros en todas sus formas también ha contado historias de personajes reales que han arriesgado su vida para ir contra las fuerzas de la naturaleza ya sea para salvar sus vidas o para demostrar que existe un horizonte más allá del firmamento. Es gracias a la anterior premisa que películas como “Kontiki” (2012) de Joachim Rooning, “La tormenta perfecta” (2000) de Wolfang Petersen o recientemente “El Corazón del mar”(2015) de Ron Howard llevan al espectador a enfrentarse al canon clásico de las fuerzas del hombre luchando contra la naturaleza pero bajo el manto de inspirarse en hechos reales, pero también de tomarse libertades dramáticas para lograr conectar a la audiencia con las posibles emociones que se generan a partir de esa titánica lucha ciento por ciento humana de controvertir e ir contra los parámetros establecidos en busca de lograr demostrar la fuerza de la condición humana ante las adversidades y esa terquedad humana que desafía altaneramente las reglas impuestas por la naturaleza.
Ahora a este nuevo universo cinematográfico de historias de supervivencia en Altamar se une “Horas contadas”, esta película que se estreno en Colombia el 28 de enero y dirigida por Craig Gillespie (Recordado por los amantes del cine independiente por ‘Lars y la Chica Verdadera’), cuenta la historia del valeroso guardacostas Bernard Webber (Interpretado por Chris Pine, el recordado Capitan Kirk de la nueva saga de Star Trek) quien en 1952 debe lanzarse en una peligrosa misión de rescate en un pequeño bote salvavidas durante una de las tormentas más brutales que azoto las costas de Massachusetts para traer con vida a los sobrevivientes del naufragio de un gran barco petrolero que fue partido a la mitad y cuyos hombres hacen ingentes esfuerzos por su propia supervivencia apoyados por su oficial de maquinas Ray Sybert (Interpretado por el nominado al Oscar como mejor actor de reparto en 2007 Casey Affleck) en busca de mantenerse a flote en lo que queda de su gran embarcación a la espera de ser rescatados.
Sin embargo la fuerza de esta historia no radica en el conflicto humano ni en los diferentes dilemas que se presentan a la hora de debatirse entre la supervivencia propia y el deber sino que cede toda posibilidad de vincular directamente a la audiencia con sus personajes para dar cabida a un despliegue de efectos visuales y sonoros que dan la sensación de la inmensidad del mar y la fuerza de la tormenta como los verdaderos protagonistas de la historia, la brutal tormenta, el naufragio, la recreación creíble del interior de un barco petrolero de la década de los cincuenta elementos que aunque son dignos de resaltar su uso excesivo hace perder la perspectiva de que se está apreciando una historia de referentes históricos, pero sucedida a individuos de carne y hueso, dando paso a una pérdida de la credibilidad narrativa en algunos momentos cumbres de la trama donde las actuaciones de Pine y Affleck logran mantener el hilo conductor de sus personajes protagónicos pero los personajes secundarios de la historia no logran ser recordados por una audiencia abrumada más por la fantasía visual que por el gran contenido que Gillespie pudo haber puesto en escena para reflejar la desesperación y la lucha por la supervivencia de una serie de hombres que si existieron en la historia e incluso como en los créditos finales del filme se explica claramente fueron parte del rescate más importante de la historia de la Guardia Costera de los Estados Unidos.
Por tal razón a diferencia de otros grandes referentes que a pesar de tomarse algunas libertades dramáticas para lograr impresionar a las audiencias concibieron personajes entrañables para el beneficio de la historia y la grata recordación de los espectadores. esta producción se deja llevar más por su muy logrado imaginario visual, por las tomas en altamar que maravillan los ojos de las audiencias pero que no se atreve a desnudar más allá de unos leves trazos todo el universo interno y emocional de personajes reales que estuvieron a punto de perecer en las costas cercanas de Massachusetts y cuyos conflictos necesitaban ser contados para convertir esta historia real en un filme de antología para los cinéfilos y no dejarlo en la posición de un entretenimiento superficial que agrada a los ojos del espectador y que es emocionante para una tarde de domingo pero que no se atrevió a profundizar en sus personajes, en sus frustraciones intimas y sus conflictos internos que habrían logrado conectar mejor a las audiencias con el argumento de la historia, así como ayudado a darle una mayor credibilidad.
Escrito por Ángel Galindo – Docente de español e inglés y colaborador cinematográfico
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