AMORES PELIGROSOS LA AMBICION DESTRUYE ESTRENO: Octubre 11 de 2013 - El Magazine Colombia

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AMORES PELIGROSOS LA AMBICION DESTRUYE ESTRENO: Octubre 11 de 2013

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AMORES-PELIGROSOS
Sinopsis
Sofía decide salir de la rutina de su noviazgo, con un joven profesor universitario que la agobia con su amor e inestabilidad.Tony, apuesto y enredado en negocios ilícitos, la seduce y le abre las puertas a un mundo desconocido, el placer, el dinero y la rumba frenética, donde conoce a una pareja, Fernando y Carolina, que representa el nuevo poder de los años 90.Sofía, libertaria y sin temores decide dar el salto a una nueva vida de riesgos, retos, sexo libre y los peligros de la misma muerte que la acecha. Sofía no solo lo vive todo sino que se enfrenta a su propia moral.La vida es la libertad, sin condiciones, sin miedo a nada.

Bogotá, octubre 2013. Con la actuación de Juanita Arias, Marlon Moreno, Kathy Sáenz, Jean Paul Leroux y Felipe Cortés, el director Antonio Dorado entrega la segunda película de la trilogía basada en la premisa ‘La ambición destruye’, que se estrena en Colombia este 11 de octubre.

Amores Peligrosos son historias de amor que narran algunos hechos ocurridos en la ciudad de Cali en el trágico año 89. La tercera parte de la trilogía será Ópera Salsa, un musical que narrará el desencanto del narcotráfico y fuerza del baile y la música como opción de vida.

La primera parte de la trilogía, El Rey (2004), fue la primera película colombiana en emplear a conciencia el género del cine de gangster, para narrar a través del retrato de un bandido, el origen del narcotráfico en el país, cuando desde los años sesenta un personaje apodado “El Grillo” introdujo el negocio de la droga en Colombia, en complicidad con un norteamericano perteneciente a los Cuerpos de Paz.

En Amores Peligrosos, que se desarrolla a finales de los años ochenta en el auge de los carteles de la droga, se recrea la tragedia de la descomposición social de las víctimas de una ciudad colombiana, a través del retrato de una adolescente: Sofía, quien no es una asesina, drogadicta, mula o narcotraficante. Es simplemente una joven que en el afán de vivir, transita por un laberinto plagado de personajes oscuros que pretenden atraparla.

“Es un relato trágico, lírico, violento, irónico, formalista y depurado a nivel visual y sonoro. Es una búsqueda para hablar y reflexionar sobre el amor, la vida, la muerte y la peste que se toman una ciudad”, afirma su director Antonio Dorado.

“Desde una perspectiva global, se hace un homenaje al pensamiento de Albert Camus, donde el hombre no tiene control sobre nada y actúa como si la irracionalidad de la vida fuera inevitable. Este principio se revela en las actitudes de ciertos personajes, pero también en las frecuentes rupturas narrativas que obligan a sugerir asociaciones de montajes irracionales con el tiempo y los espacios, apelando al sentido del absurdo, con el propósito de estimular el pensamiento de la historia hacia la comprensión de la vida humana por sí misma y no por causas superiores (religiosas o ideológicas)”.

La película expresa los sueños, los delirios y las pesadillas de una época. Habla del dolor, la ausencia y la lucha por encontrar la felicidad. En consecuencia, está dedicada a la interminable lista de Sofías que padecieron ese período de oscuridad y que lograron sobrevivir.

“A nivel estético hay varias búsquedas de recursos propios de un film noir latinoamericano, que recrea las discotecas, los barrios, el estadio y la calle, para dibujar los ambientes refinados de los hampones locales -quienes hicieron parte del listado de los hombres más ricos del mundo- que se retroalimenta de los iconos de los gangsters gringos, pero que expresan su particularidad a través de sus modos de hablar, bailar, amar y matar”.

El film recrea los entornos del año 1989, uno de los periodos más violentos de la guerra de los carteles de droga en Colombia, cuando Pablo Escobar le declaró la guerra a la ciudad de Cali, colocando de manera indiscriminada bombas de diverso poder explosivo en las farmacias y propiedades de los Hermanos Rodríguez Orejuela (Cabecillas del llamado Cartel de Cali) a quienes consideraba sus adversarios, porque se habían aliado con el gobierno para asesinarlo.

“Quienes vivimos ese tiempo en Cali nunca olvidaremos la amenaza y la incertidumbre de no amanecer vivos. La prensa registró que en ese año se habían colocado más de 300 bombas en el Valle del Cauca. Recuerdo que a tres cuadras de mi casa estalló una de gran poder explosivo, por una esquina que frecuentaba a diario. No estuve entre los muertos porque no era mi día, pero desde ese momento decidí que tenía que contar esta historia”, explica el director.

El film narra el conflicto del narcotráfico en Colombia con una mirada que privilegia el punto de vista de las víctimas, que es el lugar común desde el cual han sido espectadores la gran mayoría de ciudadanos, a la fiesta de la muerte que han dejado la guerra de los carteles de la droga en la ciudad de Cali.

El relato está inspirado en personajes femeninos y hechos reales que han marcado historia de los barrios y las discotecas de la ciudad. La idea original de la historia parte de un guión de Umberto Valverde, titulado La Dura que aparece en su libro Quítate de la vida Perico. Posteriormente se fue decantando la estructura y escritura del relato, en un proceso donde participo Valverde como co-guionista. “Durante el rodaje le he apostado a poner en escena un relato universal, sincero y honesto que está asociado a una época que viví, recreándolo en espacios testigos de la historia”, añade Antonio Dorado.

“En el trabajo con los actores, partimos de las referencias del guión y de los textos de origen, pero también escuché sus puntos de vista, sus propuestas, sus vivencias directas e indirectas, esta situación es la que permite que cuando los espectadores ven el film, activa los amores peligrosos que se han vivido en Colombia, donde nuestras amistades han tenido historias trágicas parecidas”.

Finalmente, sobre la posible crítica por emplear nuevamente el tema del narcotráfico y la violencia en una cinta colombiana, el director es bastante directo:“Amores Peligrosos emplea el dispositivo de la tragedia como estrategia narrativa para hacer catarsis sobre la experiencia nefasta de descomposición social que se vivió en una ciudad. Se ha vuelto un lugar común culpar al cine que cuenta historias de narcotráfico. Y creo que hay miradas y matices, que invitan a hacer una reflexión sobre lo que nos ocurrió o lo que está ocurriendo”.

“Los años ochenta fue un periodo terrible para el florecimiento de este negocio ilícito y no se originó por culpa del cine, porque las pocas películas de la época no contaban estas historias. El narcotráfico no se estimula o se acaba por su presencia en las pantallas. Para acabarlo no hay que cambiar las películas, sino las condiciones políticas, económicas de inequidad social que vive el país, solo de esa manera cambiará nuestra vida cotidiana y podremos contar otras historias”.



 

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