La eterna noche de las 12 lunas nos hace sumergirnos en lo más profundo de la cultura Wayúu, una de las comunidades autóctonas de la Guajira que conserva su lengua y el arraigo de una comunidad donde el matriarcado, el trueque y la escogencia de esposade acuerdo a lo sugestivo deldote que el hombre esté dispuesto a entregar.
La directora y guionista Priscila Padilla, quien estudió en Paris, hace un seguimiento documental a una de las tradiciones que, con los años, se ha ido perdiendo en las comunidades guajiras y que revela el importante momento en que las niñas se convierten en mujer luego de su primera menstruación.
Para ello “Pili”, la niña protagonista, es encerrada en una habitación, especialmente preparada, donde permanecerá por 365 soles, 12 lunas y una intensa lluvia. Sólo algunas mujeres: la abuela y algunas tías, pueden visitarla para llevarle alimentos y lana con la cual practicará haciendo los típicos chinchorros.
Lo bello de este documental es ver como la tradición Wayúu, a través del encierro, las profundiza en su saber, en el papel de la mujer y del tejido, como base de su cultura. Aunque no en todas las rancherías se continúa con este saber La eterna noche de las 12 lunas nos acerca a una manera diferente y ancestral de acompañar a las niñas es su desarrollo como mujer que se aparta completamente de las costumbres de nuestra civilización.
El filme, audiovisualmente, está muy bien logrado, destacándose el trabajo de cámara, los encuadres y la fidelidad de los espacios, con lo cual se convierte en una propuesta que refleja la realidad de una comunidad que vive de una profunda autonomía y que no desea perder sus costumbres ancestrales a pesar de la tecnología que ya hace parte de ellos.
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