EN CHOCÓ, DOS MAESTROS DEL FOLCLOR DEL PACÍFICO COLOMBIANO
REUNIERON LOS SONIDOS DE LA ZONA NORTE Y LA ZONA SUR DE ESTA REGIÓN DEL
PAÍS
---- ACTUALMENTE EN CARTELERA ----
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Esteban Copete en CHOCÓ |
A pocos días de uno de los festivales más importantes
en Colombia, el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, se
encuentra en salas de cine la película CHOCÓ, una cinta que reúne a
dos músicos que han hecho parte de este reconocido encuentro: Hugo
Candelario y Esteban Copete.
El pasado 3 de agosto se estrenó en salas de cine CHOCÓ, la
primera película rodada en este departamento y que está haciendo
visible la exuberancia y riqueza de un territorio privilegiado por la
naturaleza. Es este uno de los ejes temáticos de la ópera prima de
Jhonny Hedrix Hinestroza, visibilizar la grandeza cultural de uno de
los espacios más biodiversos del planeta habitado en su mayoría por
comunidades afro.
Las canciones de Hugo Candelario y los sonidos propios de la naturaleza
le dieron un ritmo a la película, que tuvo la fortuna de contar con la
experiencia de este gran maestro. El Grupo Bahía, liderado por
Candelario, ha representado por 20 años el folclor del Pacífico sur
colombiano llevando su música por casi todo el planeta y participando
en varios montajes dirigidos por importantes maestros como Francisco
Zumaque y Paul Dury. Además de la orquesta, el músico de Guapi (Cauca)
dirige Bahía Ensamble, una fusión entre el latin jazz y la música del
Pacífico, Bahía Folclórico, que explora los sonidos más autóctonos de
esta región y Bahía trío, una experimentación que adhiere el jazz con
las voces y sonidos afrocolombianos del litoral.
LA MÚSICA otro personaje de CHOCÓ
Para Hugo Candelario “la música de marimba suena a agua,
misteriosa, espiritual, como la selva. En el Pacífico ésta es más densa,
oscura, de verde profundo, lo que influye en la cosmovisión, sonido y
cultura”. Aunque la marimba de chonta y los cununos son
instrumentos propios del Pacífico Sur, que abarca los departamentos del
Valle del Cauca, el Cauca y Nariño, y la chirimía, formato que reúne
los sonidos del clarinete, el redoblante, los platillos, el guasá y las
tamboras, son propios del Pacífico Norte, o sea Chocó, “la música
es como un imán cultural. Hay unas células rítmicas muy parecidas entre
sí… En Chocó hay una gran influencia Europea por el interés que generó
el oro y el platino existentes en esa región”, por lo que la música del norte y del sur son un agente cultural que recuerda las raíces de las comunidades afrocolombianas.
En CHOCÓ la marimba y la música son un personaje más, con tanto
protagonismo como en la realidad se vive en las comunidades negras; un
juglar que narra historias y conserva la memoria colectiva de un pueblo
que se transmite de generación en generación, así como afirma Esteban
Copete, “la marimba es la representación de un pueblo, una
experiencia que vivió la etnia africana cargada de mucha nostalgia,
muchas alegrías, muchas tristezas. Todo esto es transmitido a través del
sonido que ella emana.” Copete, además de coprotagonizar esta
producción de Antorcha Films, colaboró con la banda sonora. Nieto del
maestro Petronio Álvarez, ha tenido varios reconocimientos gracias a su
destreza interpretando el saxofón y la marimba. Su grupo, Ancestros,
ha ganado en repetidas ocasiones el reconocido festival que lleva el
nombre de su abuelo, Petronio Álvarez, ha colaborado con agrupaciones
como La Mojarra Eléctrica, ChocQuib Town y recientemente estuvo de gira
por Norteamérica con su ensamble Kinteto Pacífico.
El músico chocoano de 27 años cree que “hay una total conexión entre la música y la región; eso hace que de cierta forma el público sienta que está sentado en el lugar, al lado de los personajes, viendo y escuchando la historia. En las comunidades del Pacífico, la música es muy importante porque por medio de ella se transmite de generación en generación la memoria de un pueblo; a través de ella se enseña, se narra el diario vivir de los pobladores, es indispensable para acompañar los momentos de felicidad, de tristeza; es algo que los ayuda a mantener firmes a pesar de las adversidades.”
El músico chocoano de 27 años cree que “hay una total conexión entre la música y la región; eso hace que de cierta forma el público sienta que está sentado en el lugar, al lado de los personajes, viendo y escuchando la historia. En las comunidades del Pacífico, la música es muy importante porque por medio de ella se transmite de generación en generación la memoria de un pueblo; a través de ella se enseña, se narra el diario vivir de los pobladores, es indispensable para acompañar los momentos de felicidad, de tristeza; es algo que los ayuda a mantener firmes a pesar de las adversidades.”
Los sonidos de CHOCÓ se valen de la gran influencia que la naturaleza
ejerce sobre este territorio. La densidad de la selva y el caudal de
los ríos propician unos ritmos particulares, tupidos, densos y
profundos, que acompañan una historia que, como la vida misma, tiene
toques de drama, comedia y amor; una narración que aunque se desarrolla
en un espacio delimitado, puede leerse desde lo universal. La figura
femenina, Chocó, una mujer negra de 27 años, y Chocó, una tierra
abundante en sus ríos y recursos naturales, es una metáfora de aquello
que el hombre no ha sabido valorar y cuidar. Aún así, la película no
pretende ser una denuncia, Jhonny Hendrix la concibió como un documento
que hará perdurable por siempre la grandeza de una tierra vital, llena
de fortaleza en sus ríos, de majestuosidad en sus bosques e
inclemencia en sus lluvias. Un territorio con una cultura muy
particular, una belleza excepcional y una cotidianidad cargada de
ritmos musicales por primera vez vistos y oídos en la cinematografía
nacional.
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